24 de enero de 2013

¿Por qué no Mookie Blaylock?

Mookey Blaylock en un cromo de Upper Deck.

Uno de los grandes retos que afronta en sus inicios un grupo de cualquier estilo musical es el de la elección de su nombre. A veces se trata de una decisión largamente meditada por uno o varios de los componentes de la banda y en ocasiones surge por pura casualidad o como fruto de una broma interna. En el caso que nos ocupa, fue el segundo de los supuestos el que llevó a una de las bandas de rock más aclamadas de los últimos veinte años a tomar prestado el nombre de un jugador de baloncesto. Al menos, durante un tiempo.

Daron Orshay Blaylock (Garland, Texas, 1967) fue un base rápido y con gran capacidad defensiva que construyó una sólida carrera de 13 años en la NBA jugando en New Jersey Nets, Atlanta Hawks y Golden State Warriors entre 1989 y 2002. Gran tirador de tres puntos y elegido mejor “ladrón” de la liga en las temporadas 96-97 y 97-98, Blaylock llegó a codearse con los mejores en el All Star (1994) y vivió sus mejores años como profesional en las filas de los Hawks. Pese a sus grandes logros en la pista, el jugador gozó siempre del cariño de los aficionados por su simpático e infantil apodo, que coincidía con el del repartidor de pizzas que Spike Lee interpreta en su película  Haz lo que debas. El sobrenombre de “Mookie” unido al apellido “Blaylock” provocaba que pocos se olvidaran del base.

Su nombre también hacía gracia a una banda de jóvenes melenudos que en 1990 estaban comenzando a dar que hablar en el caldeado ambiente musical de la ciudad de Seattle. Aún sin nombre, el grupo se encontraba preparando lo que un año después sería su primer disco y, tras una de las sesiones de grabación, decidieron introducir un cromo del entonces jugador de los Nets en la caja que contenía la casete con una de las maquetas. Todo habría quedado en un hecho irrelevante si no fuera porque poco después serían invitados a participar en un tour de diez conciertos con Alice in Chains, grupo que ya había empezado a gozar de cierta popularidad.

La improvisada gira provocó las consiguientes prisas por bautizar al grupo. Alguien se fijó en la casete y dijo “¿por qué no Mookie Blaylock?”. Como todos eran aficionados al baloncesto y sentían especial predilección por el base de los Nets, nadie se opuso a la propuesta y el grupo debutó con ese nombre en el club Off Ramp de Seattle el 22 de octubre de ese año. La idea era utilizar el nombre únicamente en aquella gira, pero los compromisos comenzaron a acumularse y la banda siguió tocando como Mookie Blaylock hasta poco tiempo antes de publicar su disco de debut ya con el nombre definitivo del grupo, que no era otro que Pearl Jam. 

Los Mookie Blaylock, en 1991, durante una actuación en el club Off Ramp de Seattle.

Como todos sabemos, la banda se convirtió en uno de los grupos más influyentes de la década de los 90, encabezando junto a Nirvana esa difusa corriente que vagamente se denominó grunge. Las malas lenguas decían que a Mookie Blaylock no le había gustado nada la utilización de su nombre y había amenazado con interponer una demanda. Nada más lejos de la realidad porque, en realidad,  Blaylock se sintió honrado al enterarse del hecho y no tardó en convertirse en un fiel seguidor del grupo, sin llegar a los extremos de devoción por los de Seattle que demostró Dennis Rodman.

Pero la predilección de la banda por el base no terminó con el cambio de nombre y buena prueba de ello fue que bautizara su primer disco como “Ten”, en referencia al número que siempre acompañó a Blaylock. Además, Eddie Vedder lució su camiseta de juego en varios conciertos y el bajista Jeff Ament, gran aficionado al baloncesto, llegó a compartir unos tiros a canasta con el jugador años después.

La Historia es caprichosa y no puede reservar el espacio necesario para todos los jugadores de baloncesto, ni siquiera para los de la NBA. Tampoco tiene sitio para todas las bandas de rock, aunque Pearl Jam posee allí una buena parcela desde hace años. No hay duda de que Mookie Blaylock fue un gran jugador, pero es posible que el paso del tiempo vaya tapando sus estadísticas y en el futuro sea más recordado por haber dado nombre a un grupo de jóvenes melenudos en bermudas que por sus triples y sus robos de balón. Y todo por un apodo.

                                                      ________________________

En Pearl Jam Twenty (2011), documental dirigido por Cameron Crowe como conmemoración de las dos décadas de vida de la banda, queda registrada unas divertidas imágenes en las que el grupo anuncia su inminente cambio de nombre.  

En este otro vídeo podemos ver al cantante Eddie Vedder (camiseta de los Bulls incluida) y al guitarrista Mike McCready durante una entrevista concedida en 1991 al programa Headbangers Ball de la MTV en la que hablan sobre su amor por Mookie Blaylock y el cambio de nombre del grupo.






18 de enero de 2013

Cuando Grateful Dead patrocinó (y vistió) a Lituania




La selección lituana de 1992, en una pausa de su viaje psicodélico, con la equipación de Grateful Dead.

Visionando el estupendo documental The Other DreamTeam (2012) he recordado un póster algo macarra que presidió la puerta de mi habitación durante gran parte de mi adolescencia y que aún debe permanecer enrollado en algún lugar indeterminado de mi hogar familiar. En él aparecía una ilustración extremadamente colorista en la que un esqueleto con el uniforme de la selección lituana realizaba un contundente mate. Sinceramente, no me parecía bonito entonces y me parece horrible ahora, pero tenía que haber algo que lo hacía suficientemente especial para que lo exhibiera en mi cuarto junto a Claudia Schiffer, Shawn Kemp y Terminator.

Nos situamos en 1992. Lituania vive una larga resaca tras celebrar su independencia de la ya extinta Unión Soviética y acaba de darse cuenta de que en el camino hacia  la libertad se ha quedado prácticamente arruinada. Un gran inconveniente a la hora de financiar a los deportistas que han de competir ese mismo año en los Juegos Olímpicos de Barcelona y, en especial, a los representantes de su deporte nacional, el baloncesto. Con los ya consagrados Sabonis, Kurtinaitis, Homicius y el joven Karnisovas en sus filas, el equipo dirigido por Vladas Garastas tenía todas las papeletas para luchar por una medalla que no fuera la de oro, ya adjudicada al equipo estadounidense con su Dream Team original e irrepetible. Pero lo primero era lo primero y antes de jugar había que conseguir el dinero necesario para cubrir las necesidades básicas del equipo y poder viajar a Barcelona.

La ilustración de Greg Speirs hecha camiseta.
En esas estaba el escolta Sarunas Marciulonis, que en aquella época militaba en los Golden State Warriors y ya se había convertido en uno de los primeros europeos en hacerse un nombre en la NBA. Su búsqueda de un patrocinador para el combinado nacional encontró un curioso e inesperado apoyo en los Grateful Dead.  Los miembros de la legendaria banda psicodélica de San Francisco pensaron que unas de sus típicas camisetas desteñidas diseñadas por Greg Speirs para la ocasión podrían proveer de fondos a los necesitados lituanos.
La camiseta tuvo un éxito de inmediato en EE.UU. y su diseño rápidamente fue importado a posters y demás mercadotecnia antes de convertirse en el uniforme oficial de la selección lituana, que lució orgullosa la colorista propuesta de su patrocinador. Una ropa que puede producir los efectos de un viaje de LSD y que el equipo también vistió en el podio del Pabellón Olímpico de Badalona, cuando recibió una medalla bronce que sabía a oro. No en vano,  los lituanos habían caído en las semifinales frente al invencible Dream Team y derrotar en la lucha por la tercera plaza a Rusia (CEI en aquel momento) con todo el significado político que esa victoria podía tener.

Seguramente Jerry Garcia celebró en San Francisco aquel triunfo junto a sus compañeros de Grateful Dead pero no por los beneficios económicos que el diseño cedido por la banda iba a seguir generando durante gran parte de los 90, sino por pura simpatía hacia Marciulonis y sus compañeros. De hecho, tras financiar al equipo en Barcelona 92, Greg Speirs decidió donar todo el dinero obtenido a través de su Slam Dunk Skeleton a los niños sin recursos del país báltico.  

Por cierto, mi póster no está en venta.

10 de enero de 2013

"Más viejos que la mierda"

Kobe cree que los malos resultados de los Lakers son cosas de la edad.  (Andrew D. Bernstein/NBA/Getty Images)

Los operarios apagaban las luces del Staples Center el pasado 1 de enero tras una nueva derrota de Los Ángeles Lakers y Kobe Bryant no parecía estar disfrutando de la habitual presencia de un buen número de periodistas en el vestuario. Caer en casa frente a los Philadelphia 76ers no era el inicio de año deseado por el escolta angelino que, pese al desalentador comienzo de temporada del equipo, espera poder luchar por el que sería su sexto anillo de campeón de la NBA. Un título con el que igualaría a Michael Jordan, esa sombra alargada y huidiza que siempre ha marcado su carrera. Sentado en su taquilla, Bryant era cuestionado por la causa de la falta de energía mostrada por el equipo en los momentos decisivos del encuentro. El jugador, exhibiendo  una malévola sonrisa y mirando al infinito, espetó rápidamente  un “cause we're old as shit”  -“porque somos viejos como la mierda” o, castellanizando más la expresión, “porque somos más viejos que la mierda”- que provocó las risas contenidas de los presentes. Acto seguido quitó un poco de hierro al asunto asegurando que no todas las noches las piernas responden al nivel necesario para defender y atacar con garantías, pero los plumillas ya tenían su titular.    

Es verdad que los Lakers tienen esta temporada una media de edad elevada (28.9) solo superada por sus vecinos los Clippers (29.3),  Miami Heat (30.0) y New York Knicks (31.3). Sin embargo, Bryant parece querer eludir otros debates de más calado sobre la actual situación al reducirlo todo a una cuestión de edad.

Pero, ¿qué significa ser viejo en la NBA? Hablamos de una liga plagada de jugadores en mitad de la treintena con roles fundamentales dentro de sus equipos y en la que el propio Bryant está cuajando una de sus mejores campañas a nivel individual con 34 años. Tim Duncan, Kevin Garnett, Paul Pierce, Dirk Nowitzki, Ray Allen o un todavía saltarín Vince Carter son algunos de los “abuelos” más prestigiosos de la NBA, sin olvidar a los cuarentones Grant Hill y Kurt Thomas. Es evidente que las piernas de estos jugadores no tienen la frescura de su cenit de plenitud física, pero su experiencia y conocimiento del juego suplen con creces esta carencia.
Palop suma y sigue camino de los cuarenta.
La genética que a cada cual le cae en suerte (o desgracia) influye lo suyo, claro, pero hay algunos recursos que permiten prolongar la buena condición física en el tiempo y evitar lesiones que vayan acercando el final.  Una dieta equilibrada, una carga de entrenamientos ajustada, buenos calentamientos y, por encima de todo, los deseos de jugar pueden alargar bastante los años de actividad de un deportista profesional. En España tenemos un buen ejemplo en la figura del guardameta del Sevilla FC Andrés Palop quien a sus 39 años sigue intentando atajar los disparos de los delanteros de la autodenominada como la mejor liga del mundo. Su truco: perder un kilo cada año desde que cumplió 33.

Bryant tiene a su lado como pesos pesados de más edad a Pau Gasol (32 años), Ron Artest (33 años) y Steve Nash, un tipo que se pasa la vida comiendo nueces para que nunca le falten proteínas y que en febrero cumplirá 39 castañas. Ninguno de los tres parece arrastrarse por la cancha de momento y ninguno ha destacado especialmente por su explosividad física a lo largo de su periplo profesional. Además, el equipo angelino se reforzó el pasado verano con Dwight Howard quien, a sus 27 años, muestra una de las mayores plenitudes físicas que jamás se hayan visto sobre una cancha de baloncesto. ¿Dónde está el problema entonces? Se me ocurren tres o cuatro causas, pero ninguna tiene que ver ni por asomo con la edad de los jugadores del equipo que entrena Mike D’Antoni.

Ahora vayamos un poco más allá en el análisis: ¿qué significa ser viejo en general? Mientras en algunos países de África cumplir los 30 años significa entrar en la vejez, en España los periódicos suelen referirse a los menores de 35 años como “jóvenes”. El carnet joven tiene validez hasta los 30 años y los actores y actrices que interpretan a veinteañeros en las series de televisión patrias están más cerca de los cuarenta que de los veinte.  Aquella sentencia que hace una década decía que “los treinta son los nuevos veinte” parece haberse quedado anticuada ante la cifra cada vez mayor de cuarentones solteros y sin hijos que visten zapatillas deportivas casual .

Sean Connery con 44 años en Zardoz (1974).
Salimos a dar una vuelta por la calle  y en una marquesina publicitaria nos encontramos con un primerísimo primer plano en blanco y negro de Brad Pitt anunciando un perfume para mujeres. Tiene 48 años, tres menos que su cafetero amigo y también actor George Clooney. Dos hombres que rondan el medio siglo de edad a los que nadie diría que ya se les ha pasado el arroz para interpretar una película de acción o para flirtear con una señorita treinta años menor que ellos. Cirugía, Photoshop, séquito de maquilladores, preparadores físicos … Llámenlo como quieran, pero a estos dos señores vamos a tardar en denominarles “viejos” casi tanto como hemos tardado en hacerlo con Sir Thomas Sean Connery.

Y no será solo por su impecable aspecto, sino también por su estilo de vida. Cada vez que vemos a Obama echando unas canastas con sus colaboradores o comiendo en una hamburguesería  con el presidente ruso olvidamos que es un señor de 51 años porque vemos en él a un hombre físicamente activo y con las mismas aficiones que pueden tener sus hijas.

En el mundo de la música tenemos los mayores casos de juventud exprimida al máximo, bien sea por puro interés comercial o por el deseo de no perder la apariencia ni las formas que un día valieron prestigio y fama. Cierto es que hay casos que rozan el esperpento, pero también hay artistas que han sabido cumplir años sin perder la esencia (ni los “hábitos”) de lo que un día les hizo grandes.   

Resumiendo, Kobe Bryant puede culpar de la mala temporada de los Lakers a los años que no pasan en balde o a la papada de Jack Nicholson, pero disponemos de pruebas suficientes para afirmar que la edad es más un estado mental que físico y a mí no me va a venir uno de los mejores jugadores de todos los tiempos a activar la crisis de los treinta por muy vieja que sea la mierda.




P.D.: Escribiendo estas líneas leo que a Wilko Johnson, guitarrista de Dr. Feelgood y muchas cosas más, le ha sido diagnosticado un cáncer terminal. Tiene 65 años y va a estar ocupado los meses que le queden ofreciendo conciertos y grabando un disco. Joven para siempre.


Lecturas recomendadas en Defensa Ilegal

  • Del baloncesto a la psicodelia

    La banda Love posee una importancia capital a la hora de entender la revolución musical que tuvo lugar en la década de los 60. Nunca alcanzaron la repercusión de gigantes de la época como Beatles o Stones pero su tercer trabajo...(Seguir leyendo...)

  • Una leyenda a ritmo de jazz

    La historia de la NBA está repleta de vidas apasionantes en las que intentaremos ahondar en este blog. De todas ellas, hay una que destaca especialmente por pertenecer a una de las mayores leyendas que jamás haya pisado una cancha de baloncesto... (Seguir leyendo...)

  • Wouldn't it be nice

    Entre los chicos de la pequeña localidad de Lake Oswego (cerca de Portland, Oregon) no está muy bien visto decir que te gusta la música de un grupo que vivió su época dorada hace más de cuarenta años... (Seguir leyendo...)

  • El último guerrero

    Desde niño se había acostumbrado a jugar con gente mayor y más fuerte que él. A los 20 años, con sus 1.91 metros de estatura y un buen físico, se había convertido en un base muy combativo, pero esto no fue suficiente para que destacara en el equipo de la Universidad de Alabama... (Seguir leyendo...)