28 de marzo de 2011

Cambio de hora

El Real Madrid tendrán mucho trabajo frente al Power Electronics.

Los lunes son un buen momento para reflexionar sobre baloncesto desde nuestra concepción europea de la competición. Es un día para analizar lo sucedido en el fin de semana y realizar las previsiones pertinentes ante lo que se avecina en los próximos días. Euroliga, Eurocup, Euroliga otra vez y de nuevo Liga ACB… No hay casi respiro. Por suerte, los lunes nos permiten tomar un poco de aire antes de volver a sumergirnos en este frenético ritmo primaveral de partidos y competiciones.

 Al otro lado del Atlántico las cosas son un poco diferentes y, aunque esta época del año también se caracteriza por una sana locura -¡Viva Butler y viva la NCAA!-, la continuidad de la competición –lunes incluidos- es la tónica general en la NBA, donde los favoritos al anillo ya piensan más en velar armas de cara a los inminentes Playoffs que en seguir mostrando sus cartas.

Pero si algo ha marcado este último fin de semana es el cambio de hora. Y no lo digo por la entrada del horario de verano -vale, sí-, sino por la llegada del momento de la verdad para los equipos españoles.  Real Madrid, Power Electronics, Regal FC Barcelona y Caja Laboral  seguirán luchando el martes y el jueves por su plaza para la Final Four de la Euroliga, que se disputará en el Palau Sant Jordi del 6 al 8 de mayo . ¿Se imaginan tres equipos españoles compitiendo por el máximo título europeo? Además, Asefa Estudiantes y Cajasol disputarán el miércoles los partidos de vuelta de los cuartos de final de la Eurocup con la oportunidad de obtener el pase para la Final Four de Treviso.

"Qué lejos queda el próximo fin de semana y la 28ª jornada de la Liga ACB", pensarán algunos entrenadores y jugadores.

Por cierto, hay canciones que parecen creadas exclusivamente para despertarse e ilustrar vídeos con jugadas de Blake Griffin. Feliz lunes.


9 de marzo de 2011

Wouldn't it be nice

Kevin Love
Entre los chicos de la pequeña localidad de Lake Oswego (cerca de Portland, Oregon) no está muy bien visto decir que te gusta la música de un grupo que vivió su época dorada hace más de cuarenta años. Sin embargo, si por alguna razón te trasladas al sur de California y tarareas allí alguna pegadiza melodía de los Beach Boys, seguramente serás bien recibido.  Esto, o algo parecido, fue lo que le sucedió al pívot de los Minnesota Timberwolves que esta semana no para de recibir titulares y palabras de elogio tras encadenar 51 encuentros consecutivos firmando un “doble-doble” (al menos diez puntos y diez rebotes) e igualar la marca del mítico Moses Malone.

Kevin Love siempre se ha sentido orgulloso de su ascendencia. Su padre, Stan Love, que jugó cuatro temporadas en la NBA en los setenta (Baltimore Bullets y Los Angeles Lakers), es el hermano del cantante de los Beach Boys, Mike Love, y  sobrino de otros tres miembros del legendario grupo, Brian Wilson, Carl Wilson y Dennis Wilson. Además, una de las tías de Kevin es Maurine Love, aclamada arpista del grupo Pink Martini, y otra es Kathleen McCartney Hearst, vencedora del Ironman (la prueba más dura del triatlón) en 1982.

Con estos antecedentes familiares, Love estaba predestinado a triunfar en la música y el deporte, pero la capacidad de capturar rebotes y anotar se impuso rápidamente a su habilidad para cantar o tocar un instrumento.

Cuando el actual "Mr. 'Doble-Doble'” de la NBA tenía tan sólo 6 años, su tío Mike decidió sacarle junto a su banda durante un concierto y ponerle un micrófono cerca de la la boca. Cuando miles de personas esperaban que el niño comenzara a cantar, el pequeño Kevin permaneció en silencio y con la mirada fija en el infinito antes de salir discretamente del escenario pocos segundos después. Ahí empezó y terminó su carrera musical.

“A mí no me mires. No rengo una sola nota en mi cabeza, no puedo tocar ni un solo instrumento y te aseguro que no quieres oirme cantar”, aseguraba recientemente el jugador al diario británico The Telegraph,

“Estoy tremendamente orgulloso de mi conexión con los Beach Boys, que crece a medida que viajo por EE.UU. y otras partes del mundo, dándome cuenta exactamente de cuánto significan para mucha gente. Todo el mundo parece tener su canción o recuerdo favorito del grupo”.

“Por supuesto, tengo la mayor parte de su trabajo en mi iPod, especialmente 'Pet Sounds', uno de los mejores discos contemporáneos.  Los Beach Boys sacaron este disco porque pensaban que el 'Revolver' de los Beatles era increíble y lo vieron como un desafío. Los Beatles respondieron con el 'Sargent Pepper's' porque pensaban que 'Pet Sounds' era el mejor album de la historia. Fue un poco como un concurso de mates. Todos son grandes”, afirma.

Los Beach Boys con el tío de Kevin, Mike Love, en el centro.
Al ser preguntado por su canciones favoritas de los “Chicos de la playa”, Kevin Love elige sin dudar “’Wouldn't it be nice’, ‘Good Vibrations’, ‘Help Me Rhonda’ y, por supuesto, ‘California Girls’”.

“Creciendo dentro de la familia a veces olvidas cómo era la banda de especial. Tengo que reconocer que todo lo referente a los Beach Boys empezó a cobrar sentido para mí cuando pasé un año en UCLA. Me sentaba por el campus en un día soleado admirando las vistas y era como si 'California Girls' comenzara a sonar”, reconoce Love.

Curiosamente, el pívot de la selección de EE.UU. que se proclamó campeona del Mundo en Turquía 2010  ha aprovechado su relación familiar con los Beach Boys para “robarles” al que ha sido el chef personal de la banda durante en los últimos tiempos, Isaac Werre. Lo que aún no sabemos es si el jugador llamado a marcar una época en la NBA –quién sabe si con Ricky Rubio a su lado- tiene los mismos gustos culinarios de los miembros grupo que también marcó una época en la música del siglo XX. ¿No sería bonito?

7 de marzo de 2011

Chupando banquillo

Carlos Jiménez y la soledad del banquillo.
Más por casualidad que por deseo, últimamente me siento muy cerca de los banquillos visitantes cuando acudo a presenciar un partido de baloncesto. Estuve muy cerca del banco del Regal FC Barcelona en la última final de la Copa del Rey disputada en el Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid y este domingo ocupé una posición muy parecida en el Estudiantes - Unicaja jugado en Vistalegre.

Ver e incluso escuchar a los entrenadores, observar las reacciones de los jugadores cuando son sustituidos o apreciar el trabajo de utilleros, fisioterapeutas y delegados no son los objetivos principales de quien paga (o recibe) una entrada para ver un partido, pero reconozco que, en ocasiones, disfruto casi tanto mirando hacia esa fila de sillas como siguiendo cuanto sucede en el parquet.

En la final de la Copa del Rey me sentí un auténtico privilegiado por estar cerca de un banquillo tan cohesionado como el del Barça.  La cara de Juan Carlos Navarro, sustituido y agobiado por la defensa asfixiante de Pablo Prigioni, o la serenidad de Xavi Pascual en los momentos de mayor tensión del encuentro son los dos detalles que mejor recuerdo de esa noche. También pude ver como Ricky se torcía el tobillo en el tercer cuarto y rápidamente se iba con el médico y los fisios a una esquina del pabellón para hacer una prueba de urgencia que determinase si podía seguir jugando o no. Pulgares arriba y Ricky volvía  de nuevo a la cancha con una visible cojera.

La alegría de un equipo que acaba de ganar un partido o un título también se aprecia de forma diferente al lado del banquillo. Saltos, abrazos, gritos… y también gestos cómplices que recuerdan el esfuerzo y el trabajo necesario para alcanzar el éxito.  

Ayer llegué a Vistalegre dispuesto a analizar todo cuanto pasara en el banquillo del Unicaja, pero toda mi atención se  la terminó llevando un jugador que no iba a disputar ni un segundo de juego. Ver a Carlos Jiménez sentado al final del banquillo, separado por dos o tres sillas del resto de sus compañeros, me recordó lo ingrato que puede ser en ocasiones este deporte. A nadie le gusta estar mucho tiempo en el banquillo y menos aún cuando sabes que no vas a poder jugar porque estás lesionado. Si encima tu equipo no está teniendo una temporada fácil  y se encamina a una nueva derrota, la sensación no puede ser más agria.  

No era la primera vez que Carlos Jiménez regresaba a la cancha en la que tanto rindió como jugador del Estudiantes, pero podía imaginarme la ilusión que le habría hecho al que fuera capitán de la Selección Española jugar en su casa y ante la afición a la que tantas alegrías proporcionó. Allí estaba él, en vaqueros y con el anorak del club, viviendo el partido con esa tensión no exteriorizada que siempre le ha caracterizado. Curtido en mil batallas, seguro que volverá a disfrutar de buenos momentos en el conjunto malagueño. Se lo merece.

Hace meses estuve en esa misma posición privilegiada de Vistalegre viendo el último partido de Oscar Quintana al frente del Meridiano Alicante. La sonrisa de resignación del técnico al ver como se escapaba el partido y el silencio del resto de los habitantes del banquillo hacían fácil prever lo que esa misma tarde iba acontecer. Destitución.

Mi objetivo ahora es ver de cerca el banquillo del Real Madrid. Ese que Ettore Messina ha decidido abandonar para “unir al equipo”  y en el que siempre se ve a Sergi Vidal animando sin descanso.  A ver si Emanuele Molin me hace ficha para lo que queda de temporada, aunque no estoy totalmente seguro de que el tema dependa de él…

4 de marzo de 2011

Las ovejas negras de la NBA

Charlie Sheen es un habitual del Staples
Aprovechando el revuelo montado en EE.UU. y en todo el mundo con los diferentes escándalos en los que se ha visto involucrado el actor Charlie Sheen, la prestigiosa web Basketball-Reference.com ha publicado un curioso análisis de Neil Paine. En el mismo se establece un peculiar paralelismo entre el caso de Sheen y el de algunos ex jugadores de la NBA.

Se trata de jugadores que en su momento jugaban en equipos ganadores, tenían el mejor sueldo de la plantilla y eran liberados a mitad de temporada por algún turbio incidente. Exactamente lo mismo que le ha pasado a Sheen, protagonista indiscutible de la exitosa comedia “Dos hombres y medio”, que ha sido cancelada en mitad de su octava temporada.

¿Adivináis quiénes son?



Aquí os dejo el enlace al análisis sin desperdicio de Paine:



2 de marzo de 2011

Una leyenda a ritmo de jazz


La historia de la NBA está repleta de vidas apasionantes en las que intentaremos ahondar en este blog. De todas ellas, hay una que destaca especialmente por pertenecer a una de las mayores leyendas que jamás haya pisado una cancha de baloncesto. Hablamos de quien sigue siendo el máximo anotador histórico de la competición, de uno de los pívots más dominantes, de un hombre que cambió la liga y el juego para siempre… Y de un amante del jazz. Hablamos de Kareem Abdul-Jabbar.

Sería pecado mortal obviar todos los logros deportivos del jugador nacido en 1947 y conocido como Lew Alcindor antes de su conversión al Islam. Su brillante carrera desde los tiempos en la Power Memorial Academy, su tremendo impacto en la liga universitaria con UCLA o su fulgurante paso por los Milwaukee Bucks y Los Angeles Lakers en la NBA forman ya parte de la historia del baloncesto y dan para redactar tomos tan extensos como los 2.18 m. de altura del propio Abdul-Jabbar. También se podría escribir durante horas sobre su afición a la lectura, sus libros, su compromiso social, su afición por el yoga y las artes marciales o su aparición en numerosas películas. Sin embargo, hoy queremos hacer hincapié en su amor por la música, con el jazz como elemento principal.

Nacido en Harlem e hijo de un trombonista, el pequeño Ferdinand Lewis Alcindor Jr. se empapó desde muy pequeño de un sonido que ya era la banda sonora habitual de las calles de Nueva York, traspasando las barreras raciales de la época. Louis Armstrong, Cab Calloway, Dizzy Gillespie, Thelonius Monk, Duke Ellington, Charlie Parker o Miles Davis pasarían a convertirse en héroes para aquel niño espigado que aún hoy sigue rindiéndoles tributo en su página web.

Dice Abdul-Jabbar que el jazz le convirtió en mejor jugador al aplicar al baloncesto la filosofía de este género musical nacido a finales del siglo XIX de la mano de las comunidades negras del sur de EE.UU. “Cada persona toca como parte de un equipo de músicos que se escuchan unos a otros y responden adecuadamente. Cuando llega el momento, un músico destaca, luego otro y así sucesivamente, dependiendo de la pieza. Hay improvisación pero siempre dentro de la estructura musical de un objetivo común”, asegura el ex jugador.

Lo que era una afición más o menos personal de Abdul-Jabbar pasó a ser de dominio público en 1983 por culpa de un desgraciado accidente. Un incendio devastó la mansión que el jugador poseía en el selecto barrio angelino de Bel Air y, aunque el fuego no causó daños personales, convirtió en cenizas la mayor parte de sus pertenencias. Libros, documentos, trofeos, prendas de vestir,  muebles… y una colección de 3.000 discos de jazz de incalculable valor. Su familia, el Islam y el baloncesto fueron los refugios del jugador para superar estos momentos difíciles, mientras amigos y aficionados le enviaban discos para ayudarle a rehacer su colección.

En ocasiones, grandes estrellas del jazz interpretaban el himno estadounidense antes del comienzo de los partidos y a Kareem le gustaba pensar que eso le haría jugar mejor. Como curiosidad, el  inventor del “sky hook” opina que Al Jarreau es el mejor intérprete vocal del “Barras y estrellas”,  mientras que a nivel instrumental elige las versiones del trompetista Wynton Marsalis.

Todo el amor de Abdul-Jabbar  por el jazz ha quedado plasmado en su libro (y futuro documental) “On the Shoulders of Giants: My Journey Through the Harlem Renaissance”, en el que utiliza este género musical para ilustrar la evolución del baloncesto y los logros de la comunidad negra.

El caso de Abdul-Jabbar no es único y en la liga ha habido otros grandes amantes del jazz como Walt Hazzard o Spencer Haywood. Pero si ha habido un jugador estrechamente ligado al jazz, ese ha sido Wayman Tisdale. Medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Los Angeles 84 y jugador de Pacers, Kings y Suns, Tisdale fue también un virtuoso bajista que grabó  varios discos de gran calidad. Tras retirarse en 1997 y ya dedicado por completo a la música, un cáncer detectado en 2007 pudo con él en 2009.  Otro tipo de cáncer, una leucemia, atacó a Abdul-Jabbar en 2008. Afortunadamente, el actual entrenador de pívots de los Lakers, se encuentra totalmente recuperado.

Es complicado pensar que entre los jugadores actúales de la NBA haya vida más allá del hip hop pero, si se investiga un poco, aparecen casos como el del jugador de los Houston Rockets Shane Battier, guitarrista en sus ratos libres y gran fan de Jimi Hendrix, o el del pívot de los Minnesota Timberwolves, Kevin Love,  sobrino de Mike Love, miembro de los legendarios Beach Boys. Pero la ascendencia artística de Kevin Love y sus gustos musicales no quedan ahí. Lo trataremos más adelante…


“El jazz es querer levantarse de una silla y mover tu cuerpo simplemente porque estás vivo y el mundo está lleno de posibilidades”. Kareem Abdul-Jabbar.






1 de marzo de 2011

La conquista del Este

Carmelo y Chauncey, del Este al Oeste

Los recientes y sonados traspasos en la NBA han vuelto a subrayar una tendencia que se viene manifestando en los últimos tiempos. Tras una larga supremacía de las divisiones del Oeste sobre las del Este en la captación de vacas sagradas, las grandes estrellas de la competición parecen estar dejando claro que ahora mismo prefieren tener su residencia más cerca del Atlántico que del Pacífico.

Se sabía que la llegada de Amar'e Stoudamire a los New York Knicks era el preámbulo del desembarco en el Madison de otras estrellas que intentarían devolver de una vez por todas el prestigio a una franquicia histórica y, de paso, plantar cara a los Boston Celtics , los Miami Heat y los Orlando Magic en el Este. Con Carmelo Anthony y el veterano Chauncey Billups el equipo de Mike D’Antoni ha conformado su particular “big three”, una revisión de un tipo de proyecto que ya probaron con éxito en Boston al unir a Kevin Garnett, Ray Allen y Paul Pierce. El pasado verano, Miami también se apuntó a la moda, añadiendo las nóminas de Lebron James y Chris Bosh a la de Dwyane Wade.  

Si bien el “tripartito” de los Heat  se formó con la suma de dos estrellas ya consagradas del Este, la llegada de Anthony a los Knicks desde Denver y la de Deron Williams a los New Jersey Nets desde Utah supone que dos miembros  del equipo del Oeste en el último All Star 2011 de Los Angeles cambian de conferencia. A sus nombres hay que sumar los de otros dos ex All Star: el citado Billups y el pívot Carlos Boozer, que el pasado verano cambió el frío de Salt Lake City por el viento de Chicago.

Lógicamente, el Oeste no está vendiendo duros a peseta y sus equipos  se refuerzan con jugadores que, pese a no tener la catalogación de superestrellas, si gozan del estatus de  destacados. David Lee (Golden State Warriors) y, más recientemente, Devin Harris (Utah Jazz) o Gerald Wallace (Portland Trail Blazers) son buenos ejemplos de estos refuerzos de lujo que han abandonado el Este.

Ahora está por ver si la mudanza de primeros espadas se traduce en un verdadero nuevo orden en la liga. El Oeste sigue siendo el feudo de los actuales defensores del anillo -Los Angeles Lakers-, del equipo más en forma de la competición –los veteranos San Antonio Spurs- y del equipo de moda- Oklahoma City Thunder-. Kobe Bryant, Pau Gasol, Tim Duncan, Dirk Nowitzki, Kevin Durant o Chris Paul siguen allí y no hay que olvidar que algunas de las mayores bazas presentes y futuras de la liga como Blake Griffin, Kevin Love, Russell Westbrook o Stephen Curry están en el Oeste  y, por el momento, allí se van a quedar.

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    Desde niño se había acostumbrado a jugar con gente mayor y más fuerte que él. A los 20 años, con sus 1.91 metros de estatura y un buen físico, se había convertido en un base muy combativo, pero esto no fue suficiente para que destacara en el equipo de la Universidad de Alabama... (Seguir leyendo...)